dimecres, 20 de febrer del 2008

LEVANTA LOS OJOS








Levanta los ojos
a la nueva vida
la espesa plataforma
que el dolor construye
como sombra larga
que todo lo cubre,
con la luna llena
la oscuridad consume,
las madres araña
su signo imprimen
en la noche llegan
en su negra nube.
Ya hace ocho años,
y el dolor disminuye,
levanta los ojos
que la esperanza fluye.


Carme Martin

LEVANTA LOS OJOS luego de oír varias palmadas solemnes provenientes de

LA ESPESA PLATAFORMA, de pie al final del caserío.

COMO SOMBRA que busca cobijo, se contornea siguiendo las fachadas de las casas señoriales, iluminadas

CON LA LUNA llena del incipiente verano.
Ya está aquí y, como las

MADRES, ARAÑA en su rastro nocturno todo cuanto teme que las ataquen.

EN LA NOCHE LLEGAN sonidos de la jungla próxima y desde que es madre, desde

HACE OCHO AÑOS, la serpiente repta sigilosa para sorprender al peligroso enemigo de sus crías.

Dolores Marín

Aixeca els ulls, mira el cel
cobert de densos núvols,
l’espessa plataforma des d’on
s’escampa la tristesa universal que
com ombra que fereix l’esperit,
juga amb avantatge
amb la lluna argentada que vol il·luminar
la fosca nit perquè ara,
per més que s’hi esforcin,
les mares aranya no poden veure
les seves cries que, perduda la guia,
enfilen camins equivocats i
en la nit arriben a arbres estranys
On no poden créixer i on
fa vuit anys ja, intenten teixiruna tela impossible

Núria Soler

Levanta los ojos cuando pienses en mí, así, nuestras miradas, enlazadas más allá de los barrotes, se reconocerán entre el humo, la neblina y la espesa plataforma que construyó nuestro amor. Sonríe cuando oigas el rumor del viento atravesar tus cabellos pues reconocerás en él los latidos de mi corazón. Como sombra que forma el ciprés en la tapia del cementerio nuestros recuerdos compartidos se pegarán a mi cuerpo; y, con la luna, en esa hora nona cuando los cuervos duermen con los ojos abiertos y sus picos afilados se alimentan de carroña, crueldad de los tiranos; los que me alejaron de ti, protegen sus crímenes como las madres arañas protegen sus víctimas atrapadas en hilos de seda, prometiéndoles perlas de rocío al Alba cuando las estrellas agonizan, mientras yo, apenas vivo, privado de tu presencia, encerrado. Tiemblo, pues en la noche, llegan los pensamientos más persistentes: tú y yo abrazados, entrelazados nuestros cuerpos más allá de la infinitud donde ellos nunca lograron atraparnos. Hoy hace ocho años que nos separaron. Mis huesos quebrados crujen sin sentido y tu cuerpo, rendido, yace en la tierra, donde pronto llevaré el mío.

M Carmen Briones

dissabte, 16 de febrer del 2008

LAS MIRADAS



Las miradas son elocuentes reflejos de la mente. Traducen pensamientos que, a través de los ojos donde se apoyen, fluyen libres y a borbotones. Así ocurre, aunque no siempre se reciben con disposición a indiagar en ellas. En tales circuntancias, la comunicación entre personas no es completa por no encontrarse la interrelación entre las palabras dichas y el flujo vital.


Si se capta la mudez y coincide con el oído, se genera confianza.


En otras situaciones el oyente puede hallar incongruencias entre el discurso verbal y el lenguaje de las pupilas. Es posible que se decante por este último como el sincero y trate de buscar lo creíble con sucesivas preguntas.


Cuando la gente se mira sin hablarse, los mensajes entrecruzados se pueden conjugar en una explosión vital de sensaciones compartidas. Son momentos mágicos e imborrables en el recuerdo y elevan - las miradas - a un estado de éxtasis.


Dolores Marín


dimecres, 13 de febrer del 2008

Una vecina muy pertinaz.



Cada vez que me encontraba en el rellano de la escalera con aquel personaje como sacado de una obra de Poe, mi mente, sin mandato alguno, ya iba preparando la excusa, que me salvara del fatal encuentro.

No es por crueldad que yo huía, como si del diablo se tratara de aquella mujer. Al principio, su rostro amable, la aureola de cabellos blancos que adornaban su cabeza, esa debilidad producida por los muchos años que tenía y la mirada tan azul que me dirigía cada vez que me encontraba con ella hacía que me enterneciera y recordara a mi abuela, hacía unos años muerta.

Nuestro primer encuentro, casual, o al menos eso creía yo, fue rápido. Yo salía como una exhalación de la puerta de mi casa para ir a trabajar y allí estaba ella. Me preguntó si era la nueva vecina, le dije que si. Me disculpe. Sentía no poder detenerme, pues llegaba tarde a una reunión. Me invitó ir a su casa. Podríamos tomar un café y presentarnos como Dios manda. Ella vivía sola y me estaría muy agradecida si pasaba un ratito a verla. Le dije que si. Que pasaría. En ese momento lo único que deseaba era largarme pues ya llegaba tarde a mi cita.

A la mañana siguiente, aún con el pelo mojado, salí dando un fuerte golpe a la puerta. Al volverme para bajar las escaleras, por poco me muero del susto. Allí, de pie, en la oscuridad del rellano estaba la anciana. Al verme se dirigió hacia a mi sonriendo.

La saludé lo más amablemente que pude permitirme, encajándome la mandíbula que se me había aflojado con el susto y huí, sin más. Mientras bajaba volando por las escaleras, volví la cara, un segundo, sintiéndome en parte culpable por mi mala educación, pero la mujer ya había desaparecido. Me sorprendió la rapidez de movimientos en una persona de tanta edad; dos segundos más tarde, mi preocupación era llegar entera al despacho.

Pasó el día volando. Como todos en la agencia de Publicidad, yo andaba inmersa en el barullo y la preocupación de que mi jefe se diera cuenta de lo mucho que trabajaba y soñaba con el ascenso que esperaba merecer: Mis únicos pensamientos se distraían con los aplausos y esos nuevos trajes de Armani que me estaban esperando. Porque me estaban esperando a mí, de eso no había ninguna duda.

Regresé a mi casa agotada. Después de una compra rápida en el supermercado de la esquina, lo único que ansiaba era tomar un baño relajante con mucha espuma y la compañía de un DVD sonando en mi nueva cadena de música. Suspiré mientras esperaba que el ascensor colaborara como un Hermes del siglo XXI con mis deseos. Por fin se abrió la puerta, avancé y como una exhalación me metí en el ascensor. Un grito salió de mi garganta que sonó en toda la ciudad y, paralizó, estoy segura, el tráfico: dentro en una esquina del pequeño y mal iluminado recinto, agazapada, esperando a su presa, es decir, yo, estaba la sombra negra de mi vecina.

No lo dudé ni un momento. Salí todo lo rápida que pude, subiendo corriendo las escaleras para refugiarme en mi casa; lo último que vi al cerrarse la puerta del ascensor fue el reflejo, en el espejo, de una sonrisa .
Agotada, sudada y muerta de miedo logré llegar hasta el tercero. Mientras recuperaba el aliento, mis manos buceaban en el fondo inacabable de mi bolso buscando las llaves, que, traviesas como pececillos, se me escurrían de los dedos temblorosos, que intentaban atraparlas. Por fin, el frío metal cedió al yunque de mi tenacidad. Ya eran mías. Con firmeza dirigí la llave a la cerradura. El frío contacto de una mano sobre mi hombro me hizo dar un brinco. El sonido de las llaves bajando las escaleras, acompañó como música de fondo la letanía de improperios que de mi boca salieron.

Furiosa, me volví para decirle a aquella, a aquella mujer, que me dejara en paz. La pared solitaria me devolvió a la realidad. Allí no había nadie.

Estaba claro que aquella situación no podía continuar ni un día más, así que decidí, poner a aquella anciana en su sitio y a pedirle que me dejara en paz, que no me persiguiera porque, no me apetecía tomar café, ni té, ni nada, con ella. Que era una pesada y que se había convertido en la peor de mis pesadillas. A estas alturas yo ya había bajado dos pisos (ella vivía en el primero, según me dijo cuando nos conocimos) y mi humor se iba agriando a medida que se alejaba la promesa de un beneficioso y sedante baño.

Pulsé el timbre enérgicamente y sin piedad. Pasaron unos minutos. Unos pasos débiles se fueron acercando. Una débil luz, proveniente de una lamparilla moribunda me dejó ver, al abrirse la puerta, a la dueña de la casa. No era desde luego una anciana. Era una mujer de unos 50 años, delgada y morena, con una mirada triste y un gato desdeñoso, entre sus brazos.

Al momento me hizo pasar. Sabía, por su madre, que yo era la nueva vecina. La seguí a lo largo de un pasillo oscuro hasta llegar a una salita. Me hizo sentar en un sofá centenario y dijo que esperara un momento, mientras soltaba al gato que se sentó frente a mi, en otro sofá, vigilando todos mis movimientos.

Sentada en el borde del sofá, sin ánimo a respirar por temor a incordiar al felino, paseé lentamente mi mirada por la desolada habitación. Las ajadas cortinas cubrían las ventanas, sellándolas totalmente a cualquier mirada indiscreta. Dos sofás muy viejos, hacían juego con una deshilachada alfombra de indescifrables dibujos; encima de una mesita baja lucían los marcos de plata con el retrato de muchos familiares, sin duda, de la dueña de la casa. Atrajo mi atención la fotografía de una mujer que reconocí al momento, era la anciana que, día tras día, me encontraba.

Observé al gato, afortunadamente, el aburrimiento había podido con él y se había dormido, aunque el rabo se movía obstinadamente de un lado a otro. Cogí el retrato que había llamado mi atención para mirarlo más de cerca. En ese mismo instante hizo su aparición la dueña de la casa. Se me quedó mirando de una forma extraña y acercándose a mi y señalando el marco que aún yo conservaba entre mi manos me dijo: Es mamá. La pobre, hace años que murió. Ese es su último retrato, se la hice momentos antes de enterrarla...

Estaba claro, esa noche, no habría baño de espuma relajante.



-Mary Carmen Briones-







dimarts, 12 de febrer del 2008

TINIEBLAS QUIERO SIN PREGUNTAS








Tinieblas quiero sin preguntas,
espacios invisibles, besos sin forma.
Salto, caigo, me rindo obediente,
sufro inútilmente tus manos.
Pido eternidad al sueño
como arenalamento ancho y hueco.
Invento morir sin cicatrices
sin más pausa
que tu voz desordenada.


Has amanecido lívida
en el fondo sin fondo
de mi costumbre.
Única, inocente, atávica
luz, simetría del agua
en tus pupilas.


Vendimio tu cuerpo
palpito al ritmo de tu tacto
vértigo del secreto sin retorno
distante de la orilla
donde se escapa el mundo
entre mis dedos.
Indecisa y vaga
abandono adjetivos.
Heredo de ti la tarde que termina.


Lluvia de ámbar tibio
lágrimas que ruedan por las horas
paisajes de hojarasca gris,
humo en el cuello, reptante circunloquio
mientras habitas conticinios.
Silencio quieto detrás de la noche
el misterio en el aire, tu ausencia.


Mi horizonte lo sigue transitando
tu recuerdo urgente y escondido
vertical tu cuerpo, tu alma horizontal.
Sentir que el temblor de morir
es más que muerte, es olvido de serte
de llamarte por tu nombre
que retorna del caos atónito.



Consol S. Buendía

diumenge, 10 de febrer del 2008

EL SECRET




Ella dormia profundament.
En Gabriel, repenjat en un colze, va estar-se una estona mirant sense ressentiment el seu cabell embullat i la seva boca mig oberta, sentint la seva respiració pregona. Així que va tenir a la vida un amor d’aquests: un home havia mort per ella. Totes les suposicions esdevenien vanes car no tenia veritats tangibles on sustentar les hipòtesis que li acudien, empaitant-se, embolicant-lo en un dèdal de possibilitats que era incapaç de destriar. Ningú, tret d’ella, podria aclarir-li la veritable dissort que li emmetzinà la vida. Sabia,també, que ella no li ho explicaria, que això només formava part del seu jo intern i que com més intentés arrabassar- li la veritat més de pressa la perdria.


No sabia si seria capaç de continuar al seu costat sense aconseguir saber. La decisió de compartir la vida amb un secret com aquell se li feia molt difícil. Estava segur que encara que ara ho acceptés, hi hauria sempre la possibilitat de retreure-li la falta de confiança, la nosa que s’havia interposat entre tots dos.


La va mirar,així, tal com estava ara després de l’abraçada, i tots els dubtes es van fer fonedissos. Es va dir que el que importava era la vida a partir d’aquell moment. Es va arrecerar al seu costat, una mà en el maluc d’ella per gaudir del contacte de la pell que una estona abans l’havia embogit i, així, lentament es va deixar emportar i va notar que la seva ànima queia lenta en l’endormiscament en sentir caure la neu tènue sobre l’univers i caure tènue la neu, com el descens de l’última Posta, sobre tots els vius i sobre els morts.

Núria Soler
16- 4- 2007

RONDALLES D'HIVERN










El fred intens havia retornat i cobert l’entorn d’un silenci que només es podia sentir a l’hivern .Havien desaparegut els ocells, la silueta dels arbres era blanca, fruit del gel acumulat a les branques i als troncs, les teulades de les cases eren tan sols petites elevacions en la capa de neu. De lluny no es distingia el poblet ni les fumeres que exhalaven les xemeneies, dintre de les cases la gent seguíem la mateixa rutina de cada hivern, no per repetida més suportable.

La malenconia s’apoderava de les ànimes, dels cossos,fins i tot dels objectes inanimats. No hi havia possibilitat de sortir del avorriment més absolut que us pugeu-ho imaginar. Només una cosa esperàvem amb delit: l’arribada de la nit. Al voltant de la llar de foc s’improvisaven històries, algunes basades en fets reals que normalment explicaven els més vells de la família. Any rere any repetien les mateixes narracions però sempre eren diferents, petits detalls afegits les canviaven i això feia que fossin esperades una vegada i una altra. Els infants les seguíem àvids i repetíem les preguntes que havíem fet l’hivern anterior perquè ja havíem après que la resposta no era mai igual i aquest fet ens les feia atractives.

Després venien les invencions del pare. Hauria estat un magnífic rondallaire,si mai s’hi hagués pogut dedicar. Tenia una magnífica capacitat fabuladora i tant petits com grans l’escoltavem embadalits. Les més admirades eren les que feien referència al món animal. Guineus, llops, ossos, i altres habitants del mon que ens envoltava eren protagonistes d’aventures fantàstiques: els animals parlaven i l’home en feia les diferents veus, talment fossin humans. Es deixava portar per la imaginació i no tenia aturador. Quantes vegades havia de deixar pendent el final per a l’endemà. – Estratagema calculada per fer que el dia següent passés una mica més de pressa -.

La mare no solia intervenir amb freqüència i quan ho feia era per contar-nos coses de la seva joventut, de quan tenia quinze o setze anys, d’abans de conèixer el pare. Era l’única que parlava de fets reals, fets de la seva vida que semblava enyorar. Aleshores jo no ho entenia però ara que m’he tornat gran com ella si que ho entenc, i tant que ho entenc!

Així, d`història en història apareixien els primers ocells que saltaven per les les branques nues de les pomeres de l’hort. Aquells animalons eren la nostra alegria més gran, corríem d’una finestra a l’altra per no perdre’ns cap detall de les cabrioles que els mascles feien per agradar les femelles i aparellar-se .Així quan l’escalfor de la primavera desfés la neu i brotessin els arbres ells farien el niu i el cercle de la vida renaixeria i podríem sortir de casa i viure les nostres pròpies aventures que passats els anys explicaríem primer als fills i després als néts.

No sé si per bé o per mal la vida ha canviat tant des d’aleshores, que ja no hi ha rondalles a la vora del foc, i aquí em teniu, escrivint un tros d’infantesa en un paper en blanc.

Núria Soler

dissabte, 9 de febrer del 2008

paraules i silencis



els silencis omplen sovint
les paraules de sentit.
en canvi, moltes paraules
moren curulles de silenci .
buides: són com bombolles que esclaten
al més lleu contacte amb la brisa
que pretén enlairar-les..

dic t’estimo i puc estar
reproduint una formula
mil vegades emprada
sense solidesa ni fonament .

puc restar muda
i els meus ulls i els meus silencis
parlar el llenguatge mes
sincer i admirable que
hagi creat mai l’home.

les paraules només prenen sentit
quan resten prenyades
de significatius silencis
que permeten donar-les forma i color.

el so sense silenci no tindria raó de ser
com tampoc el blanc sense el negre,
és l’oposat el que crea al contrari.

les paraules sense silenci
són com els mars mancats
de l’oxigen que els dona vida.
l’aigua hi és, ho omple tot,
però en realitat és aigua morta
on els peixos no poden sobreviure.

una vida farcida de silencis
és una vida prou plena de sentit,
que concedeix espai per a poder
pensar, créixer, crear,
i abocar-ne després la sabia
que donarà fruits madurs, ferms,
perfumats, plens de color, saborosos.

no ens han de fer pas por els silencis,
ans tot el contrari,
masses paraules buides atabalen el cervell
i adormen l’esperit dels homes.
visca el silenci creador!!!!

dijous, 7 de febrer del 2008

MI CALLE ES UNA PLAZA LLAMADA LIBERTAD





Mi calle era una plaza
llamada Libertad,
perdida entre estrechas
y oscuras bocacalles;
oculta,
bajo la penumbra mohosa
de unos viejos aleros medievales
y a la sombra,
de unos plataneros carcomidos
por la roña y la contaminación.

Mi calle era una plaza
llamada Libertad,
cuadradita y sin color;
nunca vio espigas,
ni alumbró lirios en flor;
su lecho era un suelo sucio,
regado con mucho sudor,
donde parían las mujeres
y los niños morían de hambre
silenciosamente,
antes de salir el sol.

Mi calle era una plaza,
llamada Libertad,
que los críos defendíamos
armados de ingenuo valor,
con afilados guijarros
nuestro escaso honor,
ahogando entre gritos e insultos
la ausencia de caricias y amor.

Mi calle era una plaza,
llamada Libertad,
sostenida por atlantes
de rudas facciones y
encallecidas manos proletarias;
dioses que olvidaron sus nombres
perdiendo su hombría,
embrutecidos por la fatiga,
la injusticia y el alcohol.


Mi calle era una plaza
llamada Libertad
que vivía
con las puertas abiertas al Infierno;
las prostitutas exhibían
la desnudez de sus cuerpos,
pobrecillas,
en el crudo Invierno,
mercadeando con el demonio
un chute de droga y
el espejismo de un orgasmo.

Mi calle era una plaza
llamada Libertad
con la tapia de un convento
adornando una horizontal
revestida de bello mármol;
una iglesia,
ocultaba su campanario
tras los muros santificados;
las voces de las monjitas
ajenas al calvario cercano,
se elevaban angelicales,
perdiéndose en el aire
hasta alcanzar las cotas celestiales;
el perfume de unas rosas bien cuidadas
se mezclaba con la hediondez
de la noche veraniega;
y el rumor de una fuente
acompañaba las alegres risas,
de un claustro bien alimentado.

Mi calle es una plaza
llamada libertad,
donde anidan
la pobreza y el desaliento;
donde las basuras de los containers,
dan sus mejores alimentos
a los paladares exigentes
de los emigrantes y los sin techo;
donde los niños juegan
a médicos y enfermeras
con jeringuillas abandonadas
en las papeleras;
donde las prostitutas,
de cuerpo multicolor,
sin pudor en los portales,
lavan su sexo con agua mineral y ron;
escupiendo
como peces muertos
contra las puertas del templo del amor,
esperma, sida, muerte
y algún que otro condón.

Mi calle era una plaza,
soñada Libertad.



M. Carmen Briones

dimarts, 5 de febrer del 2008

LA NOIA RARA





Lola mirava la pantalla de l’ordinador com la madrastra de blancaneus ho feia quan es mirava en el mirall màgic que li donava la resposta que necessitava, no acabava de creure’s el miracle mitjançant el qual tocant amb els dits unes determinades tecles de l’ordinador apareixien lletres a la pantalla que formaven paraules.

Tot plegat perquè de la revista literària on treballava li havien demanat un conte amb unes determinades directrius i la pobre tenia la ment en blanc, no encertava a trobar el fil conductor que li permetés construir la història sol·licitada.

El tema principal del conte era que la protagonista fos una noia rara però, que s’entenia per una noia rara, que tingués tres cames i dos caps?. Recordava que a ella mateixa, de petita, la seva mare s’havia cansat de dir-li que ella era tant rara com el seu pare i no acabava d’entendre la raó, ella es veia una persona ben normal i aquella manera de dir-li rara sonava a dolent era com una taca difícil de netejar.

Va agafar el diccionari de la prestatgeria i va cercar el significat que donava a l’adjectiu “rar”:

Molt poc freqüent.
No gens comú; extraordinari..
Preciós per la seva raresa
Extravagant, que obra de manera anormal, fora del sentit comú.

les definicions eren les habituals i en cap no es sentia reflectida, per tant es va quedar tal com estava abans.

Quants anys havien passat des de les hores!, recordava la sala passada de moda, sense finestres i amb olor de tancat de casa seva. La mare, pobre, tenia el gust rovellat i mal destre i a més a casa no tenien diners.

Lola però, tenia imaginació i sovint somniava en que aquella sala tenia un finestral enorme que donava a una gran avinguda, a l’estil d’aquells primers pisos que havia vist en el Passeig de Gràcia i que des d’allà contemplava el món des de darrera les cortinetes.

Ningú no la podia veure i en canvi ella els controlava a tots, sabia el que feien, quina cara posaven, si entraven o sortien. S’imaginava també que la casa era gran i que a cada cantó del llarg passadís s’accedia a una multitud de cambres pintades de diferents colors que tenien mobles meravellosos de diferents estils, i no pas d’aquell color ocre merda d’oca que durant els anys 50 omplia les parets de la gent pobre dels país.

Al final del passadís un menjador enorme que tenia un mirador de vidres de colors des d’on es podia contemplar el jardí de darrera. Lola havia llegit la descripció i vist les fotos d’aquelles cases enormes de l’eixampla barceloní en alguna revista o llibre de l’època i per sempre més aquesta imatge es va quedar en el seu subconscient.

De tota manera, a aquestes alçades de la vida ja sabia que mai no aconseguiria assolir el seu somni, ni s’havia casat pas amb un fill únic amb diners, ni el seu sou en la editorial li ho permetia, així que el va aparcar definitivament en el bagul dels somnis perduts.

La pantalla continuava en blanc i no se li acudia pas res que donés forma al conte i sense adonar-se la seva ment va tornar al passat.

Recordava, també, la seva cambra petita i trista compartida amb la seva germana. Tan sols hi havia un llit de deu pans i un armari molt bell i fosc que havia estat de l’avi, als peus del llit dos quadres tronats, un de la mare de déu del Carme i un altre de l’àngel de la guarda d’un gust més que dolent. En un amagatall de l’armari, guardava les seves possessions secretes, una fotografia d’un noi de l’escola que li feia el pes, alguna joia sense valor, un carta anònima d’algú de l’escola que amb una cançó tronada de l’època intentava dir-li que li agradava, però per a ella era el seu món secret del que ningú, ni la mare en tenia coneixement.

Havia vist en algunes pel·lícules on la protagonista tenia a casa seva un moble on escrivia les cartes al seu enamorat el qual tenia un departament secret que només ella sabia com obrir i el tronat armari venia a ser el mateix amagatall secret dels meravellosos films del anys 40 que el seu pare passava en la màquina reproductora que ell mateix s’havia construït.

Si, la veritat és que era una noia solitària, cap de les nenes del carrer s‘avenia amb la seva manera de ser i només sortia a jugar quan els jocs eren compartits entre les nenes i nens de la contrada i normalment jocs de córrer i fet i amagar.

Seria per això que la mare deia que era rara?. Hores d’ara però, continuava igual, no eren moltes les persones amb les que tenia tracte social ni tampoc gaires amistats, sabia entretenir-se tota sola i necessitava poc estar envoltada de gent que més aviat la cansava i posava dels nervis.

A les hores vivia més aviat de somnis, segurament perquè la seva realitat no li agradava. Amb les seves nines, per exemple, poques vegades havia jugat a papes i mames sinó a que eren models a les que ella els hi feia vestits meravellosos, aquells que ella no podia dur.

Es passava les hores del dissabte i diumenge escoltant música de la ràdio tota sola, ve a la porta de casa seva o sobre el seu sostre per el que pujava com qualsevol xicot per la prunera del pati de darrera, tot llegint novel·les que sovint canviava en una llibreria de vell que hi havia al seu barri.

Tot d’una amb la pantalla encara en blanc, com un llamp li va venir a la consciència la convicció de que sempre són rars per nosaltres tots aquells que no pensen ni es comporten a la nostra manera i que ens costa acceptar que el pròxim no té perquè entendre la vida de la mateixa manera, ni agradar-li les mateixes coses, ni combregar amb les nostres idees .

Ves per on, de quina manera tant natural i planera li va arribar aquell pensament i va entendre el motiu pel qual no podia concentrar-se en un conte amb el que íntimament es sentia reflectida i va comprendre fins a quin punt l’etiqueta de rara la havia afectat i de quina manera tan simple la va deixar d’impressionar.

Va retornar al present i va començar a escriure el conte que li havien demanat.


Carme Martin

dissabte, 2 de febrer del 2008

EL AMOR ES UNA DROGA DURA






La primera vez que vi a Samuel fue a través de la mirilla de la puerta de entrada de mi casa. Acababa de levantarme, eran las 12 de la mañana. Me había duchado despacio, y con la bata aún puesta, pues era mi intención gandulear durante todo el día, me preparé el desayuno: tostadas y café con leche. Aún estaba con la taza del café en la mano cuando sonó el timbre de la puerta. Despotricando por la intromisión pues había observado que todo hijo de vecino que necesitaba entrar al edificio, capricho de los hados, supongo, llamaba a mi puerta: el cartero, correo comercial, los lampistas, los electricistas, los testigos de Jehová, los Hare Krisna, los Boy Scouts, la guardia nacional norteamericana, la procesión del Corpus de Sitges, la banda municipal de Santiago de Compostela, la Coral de San Sebastián y un largo etc, que no por sorprendente, dejaba de incordiarme cuando sucedía.

Armada de valor y con esa mala milk que últimamente gastaba cada vez que oía un timbrazo en mi puerta, me dirigí, blandiendo fieramente la taza de café con leche en la mano derecha y la cucharilla del azúcar, en la izquierda , dispuesta a defender la paz y estabilidad de mi hogar.

Abrí la puerta con ánimo de sorprender al intruso pero, he de confesar, que la sorprendida fui yo. Lo primero que vi fue la sonrisa, maravillosa, que el joven que tenía enfrente me dedicaba para, seguidamente, coger la taza de café con leche que yo llevaba, empuñada a modo de bandoble, y de un sorbo beberse el contenido de la misma. Luego, sin decir palabra, entró en mi casa, tras cerrar la puerta.

Fue un día maravilloso. La dulzura de los besos de Samuel, que así se llamaba, no cesaron de acompañarme mientras pasaban las horas. Nuestros cuerpos se abrían y cerraban como los pétalos de esas flores caprichosas que necesitan el calor del Sol y la sombra nacarada de la Luna para mostrar todo su aroma y belleza. Nuestra bocas, sedientas de besos y nuestras manos, hambrientas de caricias, se buscaban y encontraban sin poder saciar la pasión que nos devoraba a ambos.

Cuando me desperté miré sorprendida la cucharilla que sostenía en la mano, la tibieza de mi cuerpo se mostró sorprendida ante su frío y metálico tacto.

Me duché lentamente y después me preparé un copioso desayuno.

Sonó el timbre de la puerta, miré por la mirilla de la puerta y vi a dos jóvenes desconocidos pacientemente esperando. Recogí de la cocina dos tazas de café con leche y abrí con decisión la entrada a mi casa.

Ya han pasado muchos años desde que conocí a Samuel, alguna vez se pasa por casa a tomar una taza de café, pues siempre tengo una cafetera preparada, sabemos que nuestra adicción, ha creado una fuerte dependencia.

Perdonad, pero llaman a la puerta. Ya no me pregunto qué hace a estas horas de la mañana la Tuna de la Facultad de Medicina de Barcelona en mi puerta, simplemente preparo una tazas de café y me siento a saborearlo... Y es que el amor, es una droga dura.... difícil de vencer.


M. Carmen Briones