dimecres, 16 de gener del 2008

EL ESPEJO

Miráis vencidas, muñecas de porcelana rota, el traidor fulgor de vuestras cabelleras plateadas, ocultas tras el engaño de la máscara dorada que las disfraza, bailar al ritmo frenético de las finas púas del cepillo liberador de trascendentes pensamientos perturbadores que os alejan, día a día de vuestro inalcanzable sueño de juventud.

Vertéis lágrimas azules, verdes, naranjas… inundando con rabia la vacuidad, no exenta de desafío, el hueco seco de vuestros pechos marchitos. El Sumo Hacedor, buen putero, insufla silicona y veneno en vuestro cuerpo. El Verbo os hace carne de nuevo. Es bello veros frente a mí, sonreír de nuevo, Amazonas de terciopelo.

Veo avanzar la sombra de vuestra silueta, ayer avergonzada y quejosa, alzarse narcotizada y fragmentada, orgullosa, tras las vendas de la resurrección. Vuestro cerebro plagiado, evoca recuerdos predefinidos, ensordecedoras voces sloganizadas de paraísos artificiales engarzados en vuestros genes de feto vestidito de encantador color rosa.

Personitas de mente siempre ocupada, cultura despierta al clarín de la moda, ávidas lectoras de cotilleos y fetichistas propietarias de bibliotecas de incunables de papel couché, impregnada de esmalte de uñas sus caras tapas de piel y rociados sus lomos con vapores de perfume francés.

Os contemplo cada mañana iniciar el ritual diario de vuestra transformación bajo las premisas del ideario de la mujer nueva, avergonzada de ver esconder vuestra piel bajo la cama. Hasta mi llegan los lamentos de su abandono, la soledad nos dejará sumidas a mí y a ella perdidas entre los muros de la casa. La oscuridad nos encontrará hermanadas.

Desespero de encontrarla a ella, frente a mí, cara a cara descubriendo el pincel que dibuja acertijos en su cara, que recrea sendas tras el brillo de su mirada, mientras acaricia la curva descendente de sus pechos, maduros como melocotones. Luego sus manos con rápidos movimientos redescubrirá el perfil de su cara y sus cabellos liberados de ungüentos devolverán al viento todos los secretos escondidos en su pensamiento. Luego buscará entre los pliegues de su falda el valor para mirarse en el espejo. Su sonrisa buscará mi complicidad melliza estampada en positivo y yo le devolveré ajeno al paso del tiempo, el retrato, siempre vivo, siempre confiado, ese que sueña encontrar a los pies de su cama, cada mañana al despertar de un Unicornio blanco.


M. Carmen Briones